La filosofía de la ciencia nos otorga una perspectiva diferente para asumir la discusión constitucional . Chile no es una identidad separada de los chilenos, sino que es la articulación de nuestras miradas sobre lo que llamamos país.
En Septiembre el país responderá a una pregunta y tomará una decisión. Hasta donde es posible interpretar fenómenos sociales, en octubre del 2019 en las calles el país habló. Su lenguaje y su voz fue el de la protesta, el de un país cansado de abusos, desigualdades y exclusiones. Dijo lo que andaba mal, pero no dijo cómo superar lo que andaba mal. Abrió una agenda de trabajo para las fuerzas políticas y sociales que están por el cambio.
La clase política se puso de acuerdo para darle una salida a la crítica situación que creaba la protesta social. Su salida fue generar mecanismo de diálogo para buscar respuesta a la pregunta de cómo superar lo que andaba mal. De ahí surge la realización de una Convención constituyente para que proponga una nueva carta Constitucional, que defina el contexto jurídico por el cual debe transitar el país para buscar la superación de sus aspectos críticos como sociedad. En una consulta plebiscitaria democrática el 80% del electorado se pronuncio de acuerdo con ese camino, esto es, generar un instrumento que defina un marco de acción. Esta decisión ciudadana significa dar el paso del “proceso” al “contenido del proceso”, que son dos dimensiones distintas de un fenómeno social.
Es la hora de entender que estamos aprobando
un marco de acción posible
como parte de un proceso y que con
la definición de ese marco recién se inicia.
La historia ha confirmado el aserto venido de los estudios de las ciencias sociales, que muestran que los procesos no necesariamente siguen el camino que le trazan los que los piensan o planifican. Basta con mirar los llamados “socialismos reales” Por eso Alain Badiou[1], filosofo de origen marroquí advierte que lo que esta más cerca del fracaso es la victoria. No basta con ganar, (la calle en el caso de la protesta social), hay que saber qué hacer con la victoria.
Por ello para acercar el contenido al proceso, se requiere que la generación de las normas concretas que emanen del marco que define el plebiscito, cuente con el más amplio consenso.
Esto es, las leyes que viabilizaran ese camino, es una acción que requiere del dialogo democrático necesario para lograr un consenso que impulse y no detenga el proceso de cambio. Por lo tanto, es la hora de entender que estamos aprobando un marco de acción posible y necesaria como parte de un proceso que con la definición de ese marco recién se inicia y que tomara mucho tiempo en concretarse.
El 4 de Septiembre la ciudadanía responderá una pregunta central. ¿Quiere continuar con el proceso iniciado por la Constituyente?.. Entonces deberá votar Apruebo. Si no es así deberá votar Rechazo. Pero en este último caso deberá estar claro que rechazara no solo la propuesta, sino el proceso. Esto debe ser entendido por las fuerzas políticas y sociales que están por rechazar, aunque optimistamente planteen mejorar la propuesta..
Para que esto sea entendido claramente así por los votantes, es necesario que las fuerzas que están por el Apruebo den señales y se pronuncien antes del plebiscito sobre la necesidad de seguir con el proceso, partiendo por abrirse a la conveniencia y necesidad de introducir precisiones al texto, esto eso, al contenido de ese proceso, que despejen dudas legitimas de importantes sectores de la ciudadanía.
Nadie puede pretender que el texto sometido ha aprobación es perfecto. Como la perfección no existe, ella es un guion de auto derrota cuando se asume como posible. La construcción de significados compartidos para una acción conjunta que involucre a todos los chilenos es una tarea muy difícil y requiere de un dialogo activo y constante de los actores sociales hasta llegar a un auténtico consenso.
Por eso el plebiscito no puede entenderse como la última palabra por mucho que el texto se haya construido participativa y democráticamente. Entenderlo así es caer en un diálogo que algunos científicos sociales llaman “agonístico”. Esto es, un diálogo que se realiza entre partes en la que una impone a la otra su punto de vista, por lo tanto es un dialogo confrontacional. En el mundo actual hace rato que los políticos debieran entender que 51% no es cien y que 49% no es cero.
Es necesario que las fuerzas que están por el Apruebo
den señales sobre la necesidad de abrirse a la conveniencia
y la necesidad de introducir precisiones al texto.
Quienes piensan así parten de supuestos hoy cuestionados por los desarrollos de la ciencia. Como señalo en uno de mis escritos[2], asistimos en el Siglo 21 a la emergencia de una convergencia de las explicaciones de la ciencia dura, desde su historia, con las explicaciones que surgen de la reformulación de la experiencia en el lenguaje que es el campo propio de la filosofa de la ciencia.
Richard Rorty[3], filósofo del pragmatismo, observa esta convergencia y señala que la ciencia se puede entender hoy como la búsqueda por superar lo que Popper señaló respecto a Marx y Platón. Para Popper, ambos pensadores comprendían profundas fuerzas subyacentes cuya dirección determinaba los destinos de las comunidades. Sin embargo, dentro de esos mismos pensamientos aparece nuevo núcleo de inteligibilidad del conocimiento, que hace desaparecer esa convicción en esas fuerzas. No es el “alma”, la “naturaleza humana” o la “voluntad de Dios” o la “lucha de clases” las que hoy permitan explicar una teoría social y políticamente útil
¿Entonces cómo puede explicarse?
Eso es lo que ha querido responder la filosofía de la ciencia. El biólogo (por lo tanto científico) Humberto Maturana[4], señala que este el científico surge cuando el observador comprende que no accede a la realidad en sí, a un sustrato de todo lo que ocurre, sino que a una apariencia según las capacidades perceptivas de las que disponga. Lo que en rigor alcanza a distinguir, entonces, es el fenómeno. Entonces Maturana establece que no hay nada que hacer en relación al “sustrato” pues no existe operación que lo señale hacerse con independencia del operar del observador.
Si aplicamos esta perspectiva a la situación social que vivimos , los chilenos solo distinguimos el fenómeno, cada uno de su perspectiva, pero no podemos comprender el sustrato.
¿Pero no podemos comprender el “sustrato” Chile de ninguna manera?. Tal vez hay una manera de mirarlo.
En visión positivista , la ciencia llaman estructura a ese sustrato, porque es lo que da identidad al sistema, lo que aparece en sus operaciones de conservación. Estas operaciones, según esa mirada, se producen en forma de cambios estructurales para mantener o conservar el sustrato que es la identidad de la estructura.
Por eso hay que entender, y así incluso lo comprenden los positivistas, el sistema siempre está “realizando” esa identidad, es decir, no es un “estructura fija”, es una “forma de organización o realización de la estructura”.
Entonces, si al margen de la visión particular de cada observador sobre Chile, todos comprendemos que la estructura o sustrato puede cambiar, es posible canalizar la discusión constitucional y encontrar ese auténtico consenso.
De este modo y desde esta perspectiva de análisis desde donde entiendo este plebiscito, el 4 de Septiembre no debiera haber ni ganadores ni perdedores. En un proceso tan complejo como es la búsqueda de caminos para superar deficiencias centenarias en un sistema social, una consulta como el plebiscito debe entenderse como una Cumbre, reunión en que el pueblo de Chile define las líneas gruesas de desarrollo de la sociedad que quiere construir para su futuro.
Si al margen de la visión particular de cada observador
sobre Chile, comprendemos que
la estructura puede cambiar,
es posible encontrar ese auténtico consenso.
No se ha dado una oportunidad así en la historia de nuestro país y sería penoso que los ideologismos y la ceguera política hiciera que ella fuera malograda. Así parece encenderlo el primer mandatario que en su discurso en el Tercer Congreso de Jóvenes Futuro, les recordó una frase del filósofo Albert Camus que afirma que “en la política, la duda debe seguir a la convicción como una sombra” Un claro llamado a los jóvenes a suspender las certezas, para construir, considerado y respetando a quienes no piensan como ellos, un país más igualitario, mas inclusivo y mas democrático.
[1] Badiou Alain, 2022, “La hipótesis comunista” Ediciones Macul, Santiago-Chile
[2] Leiva C., J. ,( 2020) De la pedagogía del oprimido a la del suprimido, Primera Edición, Santiago de Chile, Editorial ALTHAEA
[3] Rorty R. (1998) Pragmatismo y Política, Editorial Paidós, pág. 53, Barcelona.
[4] Maturana H. (2006), Desde la biología a la psicología, Editorial Universitaria, Santiago de
Chile.