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El libro, porqué y para qué

De la pedagogía del oprimido a la del suprimido:
Las razones de este libro

Cuatro razones para su origen
El origen de este libro tiene varias vertientes. Primero una inquietud personal por introducir una perspectiva muy poco presente en las conversaciones y debates sobre la necesidad de innovar y hacer cambios en los sistemas educativos: Los cambios de paradigma en las ciencias.

Segundo, el requerimiento reiterado de personas que han escuchado mis presentaciones en eventos académicos internacionales en que he desarrollado esta perspectiva y la necesidad de profundizar en su fundamentación.

Tercero, responder la inquietud de muchos alumnos que asisten a mis clases y se interesan por el tema y me solicitan un desarrollo más extenso y profundo que el espacio de mis clases no me posibilita.

Y finalmente los efectos devastadores que observo que los actuales sistemas educativos están produciendo, especialmente, en niños y niñas que viven su formación Básica y Media en la escuela, como un tormento. La cercanía de esos efectos que llegan a mi descendencia más cercana y más querida, son quizás el motivo principal que me lleva a emprender la tarea de entregar las reflexiones que contiene este libro.

El sentido de este ensayo es iniciar una conversación, no darla por cerrada.

Lo que pretende mostrar De la pedagogía del oprimido a la del suprimido es que la crisis de los sistemas educativos responde a carencias de la pedagogía como disciplina, y este ensayo sugiere temas que conversar sobre eso.  No soy un especialista en todos ellos, estoy consciente de mis limitaciones, pero también estoy convencido de que estos temas deben ser parte de las conversaciones a la hora de llevar adelante procesos formativos. No agotan la agenda que deben abordar los encargados de procesos pedagógicos, sin duda, pero integran al diálogo otro punto de vista.

Dos cambios paradigmáticos
Planteo como hipótesis del libro, entonces, que el principal desafío para la pedagogía hoy es el cambio de paradigma que ocurre en la ciencia.

Esto obedece al momento histórico que vivimos porque están convergiendo dos grandes cambios paradigmáticos: el llamado “giro lingüístico”, en el campo de la filosofía del lenguaje , y el también llamado “giro ontológico de la modernidad”, que ocurre cuando las ciencias biológicas se articulan con la cibérnetica, como propone Francisco Varela.

El «giro lingúistico» reside en el desarrollo performativo de la tradición filosófica del análisis del lenguaje y está en el trasfondo de una segunda revolución en las ciencias cognitivas. Su encuentro con la biocibernética da pie a la emergencia de una biocibernética social.

Mostrar como se puede observar esta mirada en la práctica social y su potencial aporte a la pedagogía es la reflexión que subyace a este libro.

Dos procesos y un desafío
Luego de analizar este núcleo central de pensamiento, observo la influencia de dos fenómenos enlazados propios del desarrollo de la sociedad moderna, y que afectan la cultura de los procesos pedagógicos. Uno es el proceso de globalización de la sociedad mundial, y cómo ella obliga a la práctica pedagógica a articular aspectos macro sociales, políticos y económicos, con los micros sociales, que responden a realidades locales, culturales e históricas que constituyen la identidad de nuestras comunidades.

El segundo es el proceso del desarrollo de la tecnología informática que plantea a la Escuela el desafío de integrar esta tecnología y esta cultura, con los valores de la industria que la produce, y a partir de eso interrogo si esta integración es posible, y discuto si,en el fondo. resulta necesaria. 

Estos dos procesos dan origen a un desafío: la construcción de un liderazgo pedagógico, que integre y responda a los procesos anteriores, y que facilite el rediseño de la organización escolar, haciéndose cargo del cambio de paradigma para responder a las emergentes demandas formativas.

La emergencia de un nuevo paradigma en las ciencias y su repercusión en las ciencias pedagógicas es el eje de estos procesos sobre los que propongo reflexionar, y que tienen también una expresión en el ámbito filosófico, porque cuestionan las preguntas y respuestas que han determinado la epistemología dominante en la modernidad. Esta mirada pone bajo sospecha la distinción entre sujeto y objeto, así como la idea de una caracterización única de la racionalidad, que es un rasgo que ha marcado históricamente a los procesos de enseñanza escolar.

En De la pedagogía del oprimido a la del suprimido intento demostrar que sin el tratamiento y abordaje de estos desafíos superar la actual crisis de la educación es una posibilidad muy remota. El tema es de una extraordinaria complejidad, es cierto, pór lo que este libro, reitero, es sobre todo una invitación a quienes comparten actividades pedagógicas a asumir esta perspectiva como un punto de inflexión en el debate.

La pedagogía como ciencia autónoma
En definitiva, mi interés es poner en blanco y negro una intuición que me surge e inspira: La emergencia de condiciones para superar el paradigma dominante en las ciencias sociales, en particular en la pedagogía, mostrando la sincronía y la  convergencia de explicaciones científicas que plasman este profundo cambio paradigmático. 

En lo propiamente pedagógico, me interesa además dejar en claro no soy un profesional de la pedagogía, sino de que he desarrollado – y por mucho tiempo – labores de docencia, pero dentro del campo de la psicología y de las investigaciones psicopedagógicas. Pero entiendo que la pedagogía es una ciencia autónoma, una disciplina del campo de las humanidades y las ciencias sociales cuyo objetivo primordial es la formación de sujetos en su desarrollo como seres humanos. Por eso, es una ciencia susceptible de ser observada desde su desarrollo epistemológico y onto-epistemológico, como planteaba Gregory Bateson en 1972.

En mi parecer resulta fundamental estudiar la epistemología de la pedagogía . El hecho de que la ciencia pedagógica sume a sus reflexiones la comprensión teórica y práctica de los procesos de construcción de conocimiento posibilita aprendizajes y alienta el desarrollo de habilidades y valores.

Creo, en otras palabras, que los actores de los procesos educativos – sobre todo los profesores – pueden usar la epistemología como herramienta que los ayude a problematizar su quehacer pedagógico, especialmente en momento de crisis como los que hoy se viven en el campo de la educación.

Esta reflexión apuesta a que los pedagogos tomen en cuenta los aspectos metateóricos subyacentes a su quehacer, y que consideren que el conocimiento no es solo un proceso cognitivo, sino también como un proceso biológico, y eso permitirá darle visibilidad al principal actor de este proceso: el niño, el sujeto cognoscente.

Hasta ahora «oprimido» según Paulo Freire. Y «suprimido» según esta nueva perspectiva.

Al hacer esta reflexión tal vez encontremos la respuesta de la protesta social y el descontento en nuestro país, que se inició, no lo olvidemos, justamente  con la movilización de estudiantes que no se sentían considerados.

(O dicho de otra forma: Estudiantes que se sentían «suprimidos»).